El
otro día nos llamó nuestro querido coordinador (entiéndase la ironía) al
teléfono de la habitación para decirnos que al día siguiente a las 9.30 de la
mañana teníamos que quedar en el lobby
para ir al hospital para repetirnos algunas pruebas médicas. Cuando colgué estaba en shock, así que
bajamos a hablar con él para que nos explicara detenidamente cuál era el
problema.
Resulta
que todos nos teníamos que repetir alguna que otra prueba. Yo, por suerte, solo
tenía que repetirme el análisis de sangre, pero mi compañera de habitación Meri
tenía que repetir todo porque en el centro médico de la UAB se habían olvidado
de ponerle un sello. Desde aquí, ¡gracias!
Pero
aquí no acaba lo divertido del asunto. Teníamos que pagar por volver a hacernos
los tests y si mirabas la lista de personas que tenía el coordinador, te dabas
cuenta que sólo los japoneses y los coreanos tenían todo bien. ¿Casualidad?
Además,
teníamos que estar desde las 12 de la noche hasta vete-tu-a-saber-qué-hora sin
comer ni beber nada. Mi nivel de
indignación y cabreo llegaba a límites inimaginables en ese momento.
Por
la mañana del día siguiente nos levantamos para ir a clase, aunque teníamos la
mente en el hospital y no parábamos de pensar dónde nos iban a llevar y qué nos
iban a hacer. Fuimos al hospital en coche. Cabe destacar que íbamos 8 en un
coche de 7 personas. ¡Viva la seguridad china!
Cuando
llegamos tuvimos que hacer una cola bastante larga para hacernos una foto y
pagar (aquí pagas por todo). Luego volver
a hacer cola para el análisis. Estaba un poco preocupada por la higiene del
hospital porque los chinos tienen fama de no ser muy limpios pero tengo que
reconocer que la mujer me ha sacado sangre mejor que muchos enfermeros
españoles y sí, las agujas eran nuevas para cada persona. ¡Gracias a dios!
Lo
más curioso/asqueroso de toda esta historia era lo de las muestras de orina. La
gente tenía que ir al baño con un mini vasito de plástico a hacer sus necesidades y luego entregarlo a
una enfermera. Hasta aquí todo normal. Pero, hay que recordar que en China los
lavabos son un agujero en el suelo dónde no hay papel higiénico, así que ya os
podéis imaginar la odisea que puede ser eso para una chica.
Pero
la historia no acaba aquí. Cuando entregaban el bote con la orina, la enfermera
sólo recogía una muestra y el resto tenían que tirarlo en una papelera que
estaba en el pasillo. ¡puagh!
Yo
esta prueba no he tenido que hacerla pero desde aquí voy a hacer una mención
especial a Meri porque ha tenido que pasar por todas las pruebas (radiografía,
electrocardiograma, prueba de visión, ecografía, análisis de sangre y muestra
de orina) y lo ha superado como una campeona. ¡Ole tú!
A
las 12 del mediodía y después de 14 horas sin comer ni beber nada, estábamos
medio desmayados, así que hemos ido a ponernos las botas en el restaurante
“western” que tenemos en el campus.
En
conclusión, ha sido un día duro, pero no os preocupéis, ¡sigo viva! Y no os
preocupéis que seguiré dando noticias desde China siempre que internet me lo
permita.
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