jueves, 11 de octubre de 2012

Aventuras por la capital


La semana pasada teníamos una semana de vacaciones por la Fiesta Nacional y decidimos ir a conocer un poco Beijing. La semana de antes, queríamos ir a comprar los billetes a la estación de trenes pero nos dijeron que cerca del campus había una tienda donde los vendían. Así que fuimos para allá y flipé en colores cuando vi que era una frutería. Dentro de esa tienda, había, en una esquina, una mujer que vendía billetes de tren y donde, después de estar un rato peleándonos con nuestro chino, conseguimos comprarlos. 55 yuanes (unos 6 euros) un billete de ida a Beijing con el tren rápido que dura media hora.  Antes de irnos hicimos un planning de lo que íbamos a visitar.

Día 1. Llegada a Beijing
Llegamos a la Estación de trenes de Beijing Sur y ya nos dimos cuenta de la cantidad de gente que nos íbamos a encontrar por la capital china. Salir de la estación fue locura máxima y en el metro también. Aunque tengo que reconocer que los metros en Beijing están bastante bien.

Después de dejar las maletas en el hotel (y después de pagar 600 yuanes de fianza, hola bona tarda?), nos dirigimos a la famosa calle de tiendas de Beijing, Wanfujing. Es una calle enorme llena de tiendas. Nos metimos en un centro comercial para comer y comer, comí más bien poco porque la comida picaba cosa mala. Me encontré un mechero en el restaurante y puedo aseguraros que con el mechero y con lo que me picaba la boca, podía hacer llamaradas dignas de un dragón.  Solo pude comer el arroz hervido insípido que te ponen como acompañamiento en todos los restaurantes chinos.

De allí, decidimos echar un ojo en el Mercado de la Seda y también hicimos un poco de shopping. Me compré unas “vans” por unos 7 euros.

Día 2. Recorriendo un poco la ciudad
Este día fuimos a visitar cosas “no muy turísticas” porque era justo el día después de la Fiesta Nacional y pensamos que los sitios más famosos estarían a petar. Así que por la mañana fuimos a un templo Lama llamado Templo Yonghe. Resulta que es uno de los más importantes después de los del Tibet. En la entrada nos hicieron descuento por ser estudiantes y la verdad es que me gustó mucho. Había gente rezando, había muchos pabellones llenos de budas de todo tipo y lo más impactante fue ver un buda de 18 metros tallado de una sola pieza.

Después queríamos buscar algún sitio para comer y dimos miles de vueltas pero al final encontramos un sitio de curry que estaba buenísimo. Además podías elegir si lo querías picante o no. Por poco menos de 5 euros comí un plato de arroz y pollo con curry.
Con el estómago lleno, nos dirigimos a la zona de exposiciones de arte 798. Había cosas bastante curiosas de arte contemporáneo y la verdad es un sitio interesante.

De allí, fuimos a la zona Olímpica. Nos habían recomendado ir de noche porque los edificios se iluminan. Y la verdad es que tiene su encanto. Nada más llegar, Mark y yo, al ver que la zona de césped hacía bajado, decidimos recordar viejos tiempos y hacer la croqueta. Después nos sentamos al lado de un lago a descansar. De repente, un señor nos comenzó a decir algo en chino y entendimos que nos teníamos que ir de allí. En un principio creímos que era porque iban a cerrar, así que nos encaminamos calle abajo para ver el estadio. Pero de repente, comenzó a sonar música y en el lago donde estábamos sentados antes, vimos que había empezado un espectáculo de agua, colores y música. Ya nos veis corriendo como locos para poder verlo. Good luck!  Tras el espectáculo, continuamos nuestro camino y nos hicimos alguna que otra foto en el estadio. Luego cena y para el hotel a descansar.

Día 3. Muerte y destrucción
Nos levantamos temprano y pusimos rumbo a Tiananmen donde pudimos ver la gigantesca foto de Mao. Justo allí también se encontraba la entrada de la Ciudad Prohibida. Había muchísima gente en todos lados y era casi imposible ver las cosas bien. Hubo un momento que intenté ver lo que había en el interior de un edificio pero los chinos no paraban de empujar por todos lados y al final decidí salir de aquella muchedumbre como pude porque era agobiante. Sin embargo, el sitio tiene su encanto. Al salir de allí, fuimos a comer y después de vuelta a la plaza de Tiananmen (tuvimos que rodear toda la Ciudad Prohibida para volver allí y os puedo asegurar que no es pequeña), donde para entrar hay que hacer cola y hay que pasar un escáner.

A continuación, nuestra intención era ir a Beihai Park…pero nos equivocamos y acabamos en la parte sur del parque. Porque “bei” significa norte. Estábamos tan cansados que no sabíamos cómo hacer para llegar al parque sin que se nos echara la noche encima. Al final, pillamos un taxi que fue más barato de lo que me esperaba.  El parque tiene mucho encanto y tiene buenas vistas de la ciudad pero nos comenzó a llover un poco y nos tuvimos que ir. Además, habíamos quedado con Jose (un amigo del Erasmus) en Wanfujing para ir a la calle de la comida, donde pudimos ver los pinchos de escorpiones, estrellas de mar, gusanos… Por si alguien se lo está preguntando, NO PROBÉ NADA.  Quiero añadir que fuimos andando desde Beihai hasta Wanfujing porque como había llovido los taxis eran carísimos y el metro estaba a tomar por culo, así que cuando llegué al hotel por la noche estaba para cogerme con pinzas.

Día 4. Turismo y compras
Ese día, y después de las pateadas que nos metimos el día anterior, “sólo” fuimos a visitar el Palacio de Verano. Y lo pongo entre comillas porque estuvimos unas 5 horas y no lo acabamos de ver todo. ¡Estos chinos siempre hacen todo a lo grande! De todo lo que he visitado, es mi favorito. Además, el tiempo nos acompañó y eso siempre se agradece.

Por la tarde volvimos al Mercado de la Seda para acabar de comprar algunas cosas a las que ya habíamos echado un ojo la vez anterior.

Día 5. Paseo y vuelta a casa
De este día no hay mucho que contar. Por la mañana fuimos a dar un paseo por una zona de hutongs, que son callejuelas antiguas donde puedes ver cómo viven los chinos y también hay alguna que otra tienda de antigüedades y caligrafía.

Después, de vuelta al hotel a acabar de recoger y para la estación de trenes. Tengo que admitir que cuando llegué de nuevo a Tianjin, me alegré de haber escogido este sitio como destino para estudiar porque es mucho más relajado y hay mucha menos gente que en Beijing.

Y después del rollo que os he metido, viene la parte divertida…

Las anécdotas del viaje

1.       ¡Mama, me estoy meando!  Eso es lo que debió decirle una niña a su madre dentro del metro para que la mujer la colora en una esquina al lado de unas de las puertas de salida para que hiciera sus necesidades tan tranquilamente. Mi cara al ver esto, ya os la podéis imaginar.

También debió decirle eso a su madre un niño que estaba en la plaza Tiananmen porque su madre lo cogió en brazos y lo puso encima de un cubo de basura para que hiciera sus necesidades.

2.       El arte de regatear. Lo admito, me he aficionado a esto de regatear. Todavía no soy una experta pero he aprendido unas cuantas técnicas. Me he dado cuenta que si sabes hablar un poco de chino, es más fácil conseguir algo por un precio bajo porque les hace gracia. Los vendedores son auténticos actores que hacen que se indignan cuando le dices un precio demasiado bajo (según ellos) pero cuando ven  que te vas, te llaman corriendo para que vuelvas.

A destacar el momento en que vi unos amuletos que me gustaban pero que sabían que iban a ser muy caros. Efectivamente, la mujer me pedía unos 960 yuanes por 2 amuletos. Le dije que no los quería, que eran muy caros y me preguntó cuál era mi precio. Le dije que 120 y la mujer se escandalizó diciendo que así perdía dinero. Subí a 140 pero ella seguía pidiendo más dinero. Al final me pedía 500 yuanes y de ahí no bajaba. Encima la mujer con todo su morro, me decía que si no tenía dinero, que lo pagara con tarjeta. Y yo venga decirle que no tenía más dinero y que no tenía la tarjeta de crédito allí (cosas que eran ciertas). Al final, al ver que no los iba a conseguir, decidí irme y de repente, me agarra del brazo y me dice: ‘Está bien, te los dejo a tu precio, 140 yuanes.’ ¡Bien por mí!

3.       F**** ME, I’M FAMOUS.  Los chinos tienen problemas mentales. Todavía no le encuentro la gracia de hacerse veinte mil fotos con extranjeros, pero así es. Cada vez que nos hacíamos fotos de grupos, se nos acoplaban unos cuantos chinos o sino, los que iban paseando, se paraban para mirar o hacernos fotos. Era tal cantidad de fotos las que nos hacían que comenzamos una competición de a ver quien conseguía más fotos. En el fondo, tengo que reconocer que nos gustaba y nos hacía gracia. Suerte que hemos vuelto a Tianjin y ya no nos sentimos tan importantes porque había momentos que se nos subía la fama a la cabeza.

4.       ¿Tu pelo es natural? Estando en el mercado de la Seda intentando ayudar a Mark a regatear el precio de unas bambas, una de las dependientas me comenzó a tocar el pelo porque le gustaban mis rizos y me preguntaba si eran naturales. También nos comenzó a mirar el color de los ojos. A Fiamma, le dijo que tenía la piel de una occidental (es muy blanquita) pero que el color de ojos era como el de los chinos.


¡Y eso es todo amigos!

Espero no haberos aburrido demasiado y que os haya gustado mi aventura por Beijing. Próximas entradas con más anécdotas de Tianjin. ¡Un beso!